Diabetes gestacional, por Aiko Yamashita


Auch. cuando la partera (midwife) me llamo para decirme el resultado del examen de glucosa, se me hizo un pequeño nudo en la garganta. “tienes diabetes gestacional”. Diabetes hasta ese día había sido un término vago, ajeno a mi vida… que uno simplemente lee en los artículos de información para mujeres embarazadas. “A mí eso…

Auch. cuando la partera (midwife) me llamo para decirme el resultado del examen de glucosa, se me hizo un pequeño nudo en la garganta. “tienes diabetes gestacional”.

Diabetes hasta ese día había sido un término vago, ajeno a mi vida… que uno simplemente lee en los artículos de información para mujeres embarazadas.

“A mí eso no me va a pasar” pensaba yo. Durante mi primer embarazo, me recuerdo cómo me daba rienda suelta a comer cuanto dulce/repostería me encontraba, con la excusa de tener “antojos de embarazada”. 

Esta vez no fue así. Con 43 anos de edad y un segundo embarazo, me encontraba ante la perspectiva de riesgos serios para mí y para mi bebé que no había sospechado.

De repente se me vinieron pensamientos de pánico: “que he hecho! ¿qué haría yo si por culpa mía termina mi bebé con sobrepeso? O aún peor: complicaciones de parto…preeclampsia…” las peores consecuencias daban vuelta en mi cabeza como un carrusel diabólico… Calma. Tomemos las cosas con calma. Estaba de viaje de negocios en Zúrich. ¡Qué lugar para recibir noticias de este tipo! Lo mejor era regresar cuanto antes a casa y comenzar a monitorear mis niveles de glucosa.

Fue también ese día que me di cuenta cómo lo que nos ofrece nuestra sociedad de consumo (restoranes, cafés, quioscos, supermercados) es un campo minado para diabéticos. Sencillamente no hay alternativas sanas en la calle. Somos una sociedad adicta al azúcar, a las harinas finas y los alimentos procesados. Por primera vez caí en cuenta la batallada librada por las millones y millones de personas que sufren de diabetes tipo I y II en su devenir diario.

Regresando a casa, me “puse con Dios”: me comencé a medir la glucosa primera cosa en la mañana (en ayunas). También antes de cada comida y dos horas después. Tomaba una foto a mi plato, registraba lo que comía y las mediciones de glucosa. De repente mi celular comenzó a convertirse en un “photo-foodblog de mama diabética”.

Reemplacé el arroz/papas/pasta/pan con versiones integrales, quinoa y alforfón (trigo sarraceno). No más azúcar, miel, harinas finas. Reemplacé la harina de trigo con harina de almendra y el azúcar con estevia, si me daba el antojo de hacer alguna repostería (los sábados tenemos como tradición hacer panqueques). Enfocarse en bayas y frutas con menos azúcar, y comer frutas dulces (como el banano, mango) en moderación. Usé el método de la división del plato: medio plato de verduras (preferiblemente crudas), un cuarto con carnes/proteínas, y un cuarto con carbohidratos de lenta digestión. Me hice fanática de los palitos de queso y zanahorias para snacks… Mi paladar fue evolucionando y comencé a realmente disfrutar los sutiles tonos dulces de las verduras y frutas que comía. Fue una revelación.

El monitoreo continuo y ver que los valores que se mantenían en los rangos seguros me fueron ayudando a recobrar confianza en mi cuerpo y poco a poco me sentí más en control. Fue en ese entonces que comencé a notar un fenómeno interesante y fue que las comidas en donde tomaba sopa miso, el nivel de glucosa era más bajo que en comidas donde no lo consumía.

Mis mediciones no representaban una tendencia “estadísticamente robusta”, pero terminaron despertando mi curiosidad… Ya conocía de los estudios médicos que asociaban el consumo de miso con mejoras en el sistema digestivo, reducción en el riesgo de cáncer y de enfermedades cardíacas. Pero no conocía aun el efecto del miso en personas con diabetes tipo 2 (resistentes a la insulina).

Los estudios que reportan efectos positivos del miso en diabetes tipo 2[1] aún son preliminares y de ninguna manera conclusivos, pero cuando se toma en cuenta todos los otros beneficios documentados del miso, uno no puede evitar maravillarse.

A nivel mundial, 537 millones de adultos (20-79 años) viven con diabetes (1 de cada 10). Se prevé que esta cifra aumente a 643 millones en 2030 y a 783 millones en 2045[2].

Se estima que 462 millones de personas padecen diabetes tipo 2, lo que corresponde al 6,28% de la población mundial. Solo en 2017, esta afección causó más de un millón de muertes, lo que la convierte en la novena causa de mortalidad mundial[3].

En cuanto a diabetes gestacional, es bastante común: afecta a una en 20 madres, en particular mujeres de “avanzada edad” (como yo, jaja). La mayor parte de estas madres puede retornar a la normalidad una vez que el bebé nazca[4]. Yo espero ser una de ellas.

Cuando veo estas cifras, se me llena el corazón de orgullo sabiendo que el trabajo de mi hermana Yashiko contribuye con su granito de arena a un problema de salud mundial y que puede cambiarles la vida a tantas personas con cuadros similares. Ella no solo produce miso, sino una completa serie de alimentos funcionales, que constituye un baluarte ante un mercado saturado de azucares, harinas refinadas y alimentos procesados.

Hagamos conciencia sobre nuestro cuerpo, nuestra salud, nuestra comida, informémonos, comuniquemos nuestras experiencias para que juntos podamos construir una sociedad más sana, más feliz.

[1] https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC10688128/

[2]https://diabetesatlas.org/#:~:text=Diabetes%20around%20the%20world%20in%202021%3A,%2D%20and%20middle%2Dincome%20countries.

[3]https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC7310804/#:~:text=Globally%2C%20an%20estimated%20462%20million,ninth%20leading%20cause%20of%20mortality

[4] https://www.tommys.org/pregnancy-information/pregnancy-complications/gestational-diabetes


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